Surf, levitación y buceo. Tres metáforas de Internet

 

 

Es tan habitual que ni nos damos cuenta. Internet y las nuevas tecnologías son desarrollos tan complejos que necesitamos usar metáforas para hablar de ellos. Algunas están tan interiorizadas que ya son imperceptibles, como la idea del escritorio, las ventanas o la papelera de reciclaje del ordenador. Otras siguen llamando la atención porque explican conceptos complejos, como en su día fueron la aldea global o la autopista de la información.

Aunque su origen suele ser casual, las metáforas no son inocuas. Su creación y uso reiterado refuerzan creencias e imágenes mentales que no son necesariamente acertadas o universales. Estas son tres de ellas, una clásica y dos de actualidad, que afectan a nuestra percepción de la cultura digital.

Surfear la web

 

  Muy popular en los años 90, la expresión surfear la web se refiere a la actividad de echar un vistazo, o por usar otra metáfora, navegar por Internet. La bibliotecaria estadounidense Jean Armour Polly la usó por primera vez en marzo de 1992 en un artículo titulado “Surfear por Internet”, publicado en el boletín de la biblioteca de la Universidad de Minnesota. En sus propias palabras, “quería algo que expresara la diversión que sentía usando Internet, así como la habilidad, y sí, la resistencia necesaria para hacerlo bien “.

 

Aunque el surf es un deporte centenario de la cultura polinesia, su práctica moderna despegó en Estados Unidos, entrando en el país a través de Hawái y con un fuerte arraigo en California. Por este motivo, aunque el surf es ya internacional, la idea de surfear por Internet fue en gran parte una exportación americana. Su adopción en Silicon Valley se debe probablemente a que es un símbolo de la cultura juvenil de la costa oeste, lugar donde se ubican las principales empresas tecnológicas del mundo.

 

 Cloud o “La Nube”

 

Suspendidas en la atmósfera, las nubes son un símbolo de ligereza y conexión con lo divino. Por ello la metáfora del cloud computing transmite la idea un Internet liviano, ingrávido y ubicuo; al que se puede acceder desde cualquier parte del mundo.

La realidad es que la computación en la nube es un sistema basado en servidores, que son infraestructuras pesadas, mastodónticas, profundamente arraigadas a la tierra y que se extienden por el mundo a través de cables subterráneos y submarinos. Los grandes centros de datos, además, consumen cantidades ingentes de energía por lo que necesitan  de refrigeración continua y por ello se suelen situar en regiones nórdicas.

No hay claridad sobre cuál fue el origen del término cloud, pero todas las teorías son bastante triviales. Sea cual sea, la imagen de la nube es una de las menos acertadas y más confusas en relación a la realidad que quiere retratar

 

 

 Deep web

  La web profunda, esa parte de Internet que permanece oculta a los buscadores convencionales, cuenta con diversas metáforas asociadas a los océanos. El iceberg es su imagen icónica, por la idea de una pequeña superficie flotante que esconde un volumen mucho mayor.  También han hecho fortuna los gráficos que sitúan la deep web en las profundidades marítimas, un lugar habitado por submarinos gubernamentales o criminales, así como por criaturas del abismo.

 

Además de incidir en la idea abstracta de arriba-abajo, la metáfora de la profundidad tiene connotaciones que sugieren peligro, riesgo e ilegalidad. En este sentido, la web profunda se asemeja a otra fórmula clásica, la de la frontera electrónica o la nueva frontera, que en el imaginario estadounidense se asocia al Oeste americano. La conquista del Far West es un relato épico del dominio de la naturaleza, pero es también un período histórico de colonización y masacre de pueblos indígenas, considerados salvajes.

 

Por este motivo ambas analogías tienen un sesgo ideológico importante, que considera que aquello fuera de los márgenes de lo convencional debe ser temido o rehuido, olvidando que activistas y disidentes políticos se esconden en la deep web para huir del control gubernamental. Las metáforas sobre la inseguridad, además, suelen venir acompañadas de estereotipos de género en las que el papel de mujeres y niños suele ser subsidiario.

 

 

 

FERRÁN ESTEVE